22 de noviembre de 2022 - Marcelo “Pancho” Langieri

Dolor

Hebe de Bonafini


Es difícil despedir a una persona como Hebe de Bonafini, ¿qué decir de ella? Decir que era la más valiente de las madres sería injusto. Acaso fue más valiente que Norita Cortiñas o Estela de Carlotto, por ejemplo. O si apelamos a la memoria, ¿lo fue más que  Azucena Villaflor que fue una de las inspiradoras del movimiento de las Madres? Lo mismo podría decirse de las decenas iniciales, centenares luego y miles después de madres que se jugaron el pellejo buscando a sus hijos y nietos. Hebe era una abanderada de las madres, una de las abanderadas, pero sin dudas ella era la más rebelde de todas. También en esto se identificó con quienes buscaba con ahínco. Sus hijos también, además de revolucionarios eran rebeldes y porque eran rebeldes en un país injusto y desigual emprendieron el camino de la revolución. Algunos invirtieron la fórmula y en el camino de la rebeldía encontraron el sendero de la revolución.
Y hablando de invertir el sentido de las palabras o el orden de las cosas podemos recordar una frase que desde las esferas del poder, poder mediático incluido, tan presente siempre, se apostrofaba a las Madres diciendo que aquellas mujeres que se reunían todas las semanas en Plaza de Mayor reclamando la aparición con vida de sus hijos secuestrados eran unas “viejas locas”. Hay que reconocer que en algún sentido no se equivocaban los canallas que así las bautizaron. Eran unas “viejas locas” y desesperadas que desafiaban en soledad a una dictadura cívico militar dispuesta a borrar de la faz de la tierra cualquier expresión que se opusiera a su proyecto genocida. Y acá volvemos a encontrar a Hebe, que no sólo era una de las “viejas locas” sino que se puede decir que era la más “loca” de las “viejas locas”. Ahí no le competían ni Norita, ni Estela, ni ninguna de las hermosas y valientes madres y abuelas que, todas juntas, se transformaron en el perdido rostro de la dignidad nacional.
La primacía de Hebe en este “ranking” la empoderó tanto para estar en la primera línea de la lucha contra la dictadura cívico militar primero, como para trabajar por la memoria siempre, para recuperar el ejemplo de una generación que con aciertos y errores se jugó el pellejo por una Argentina para todas y todos, como ellas se lo jugaron luego con valentía y astucia, y para meter la pata un montón de veces después. Imposible negarlo. Ella podría decir, para utilizar una frase que ya no pertenece a su autor “la historia me absolverá”. Y la va a absolver. Ella ya es un símbolo universal en la lucha por los derechos humanos. Shoklender, Milani, por ejemplo, para nombrar dos graves controversias en su vida política y personal, pasan a ser anécdotas, deslices imperdonables en el reino de los humanos pero ella ya está en otro reino y los destellos de aquellos errores, por graves que hayan sido, que lo fueron, no la alcanzan, rebotan y se pierden en el tiempo y en el espacio. La memoria también consiste en saber discriminar lo principal de lo secundario, en saber recordar y en saber olvidar.
La muerte de Hebe es un golpe más, duradero, profundo en este annus horribilis que vivimos los argentinos y todos aquellos que eligieron esta tierra para trabajar, estudiar, amar, en síntesis, vivir. Y el mejor homenaje que podemos brindarle a nuestra querida abanderada de las “locas de la Plaza” es luchar, como luchó ella, por la patria de sus hijos, una patria liberada, igualitaria para todos y todas.
Querida Hebe, hasta la victoria siempre!!!


Marcelo “Pancho” Langieri
Docente y Sociólogo