22 de noviembre de 2022 - Por Hugo Yasky

El dolor convertido en voluntad

Hebe de Bonafini



Los trabajadores y las trabajadoras tenemos una enorme deuda de gratitud con la compañera Hebe. Cuando ella asumió la maternidad de los 30 mil, no sólo hizo suyos los sueños y los proyectos por los cuales sus hijos habían luchado sino también las batallas por venir del pueblo argentino. Por eso, la mejor manera de honrar su memoria es transformar el inmenso dolor que provoca su pérdida en convicción para seguir peleando por un país sin desigualdad, sin hambre y donde se erradiquen todas formas de la violencia con las que se pretende reprimir las demandas de jóvenes, mujeres, pueblos originarios, trabajadores y todos aquellos que alzan su voz denunciando la opresión de los poderosos. Como hizo Hebe con su dolor. Como hicieron las Madres. El dolor convertido en voluntad. El vacío transformado en construcción colectiva.

 

Desde el día en que las madres se pusieron el pañuelo en la cabeza y empezaron a marchar, frente a la correlación de fuerzas más desfavorable que pueda imaginarse, con los asesinos ocupando el gobierno, con campañas en su contra para presentarlas como “las locas de la plaza”, con la amenaza, consumada en algunos casos, de la desaparición de ellas mismas, ese puñado de mujeres empezó a derrotar culturalmente a la dictadura cívico-militar más sangrienta de la historia argentina. En esos pañuelos y en esa ronda estaban las reservas morales necesarias para vencer a los genocidas.

 

Hebe comprendió plenamente que las atrocidades del genocidio tenían el amparo y las directivas del poder económico, que las violaciones a los derechos humanos eran parte de un plan sistemático para implantar en nuestro país la miseria planificada para las futuras generaciones. Por ello, también en los comienzos de este siglo tuvo la claridad y perspicacia para advertir que los gobiernos de Nestor y Cristina, eran parte de un cambio de etapa con la que, para mantener la coherencia de enfrentar al poder real, había que comprometerse sin especulaciones ni mezquindades. Con la misma convicción abrazó también el proceso de gobiernos populares de la Patria Grande, siendo emblemas de esos tiempos sus encuentros con Chávez, Lula y Evo, entre otros. Ese compromiso la llevó a recibir el odio, los ataques y la estigmatización de los defensores del statu quo, de los emisarios mediáticos y judiciales de un poder fáctico que cambiaba en sus formas pero no en sus objetivos.

 

Con sus sucesivos actos de valentía, Hebe nos enseñó que, a pesar de lo difíciles que resulten, de lo imposibles que parezcan, las luchas justas nunca se abandonan. Y que esa persistencia y esa coherencia logran, a veces, victorias pequeñas o grandes, pero siempre, hacen del mundo un lugar mejor del que sería si hubiéramos renunciado a la lucha. 


Nuestro país, nuestro continente y nuestro planeta es más digno de ser vivido porque tuvo a una mujer como Hebe caminando entre nosotros.

 

por Hugo Yasky
Secretario general de la CTA, ex secretario general de la CTERA, Diputado Nacional por la Provincia de Buenos Aires, integra el bloque del Frente de Todos.